Luego, sigue una fase de ira, ligada a un sentimiento de injusticia e incomprensión que enmascara un profundo dolor. El siguiente paso es la negociación interna, que proporciona la ilusión de que, al hacer una promesa, la persona se quedará. Esa ilusión no busca enmascarar, sino aliviar el dolor. El proceso entonces conduce a la fase de depresión, en la que la realidad se presenta frente a uno, implacable. Este período es especialmente difícil, ya que parece interminable y genera sentimientos de culpa, tristeza y angustia. Este largo proceso de duelo continua con la fase de aceptación, en la que empiezas a recuperarte, como si hubieras domado la pérdida y estuvieras aprendiendo a vivir con la experiencia. Entonces, recuperas la energía y las ganas de seguir adelante.
Todos los derechos reservados en todos los países ©.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.